martes, 28 de junio de 2011

"MATASANOS" TIENE LA IGLESIA



Un viejo chiste de Cassen decía que los curas que se meten en política se salen de sus casullas. La Igelsia española, retrógrada hasta el tuétano desde que el cardenal Tarancón desapareciera del mapa y empeñada en meter en vereda, ya que no pueden meterlos en la prisión de Zamora, a los curas obreros como los de la parroquia de San Carlos Borromeo de Vallecas, parece aumentar su soberbia conforme lo hace el nivel de prebendas monetarias que recibe de las administraciones públicas.
No conforme el cardenal Rouco Varela (que tiene en su seno más vergüenzas que tapar que su sobrina, a quien encarecidamente agradecemos enseñara sus bellos y profanos atributos en la revista Interviú) con aceptar el dinero de un gobierno “de anticlericalismo radical” y “rojo”, siendo “vox populi” que éstos están desprovistos del Cielo reservado a los mártires y la gente católica de orden, insiste en rechazar la Ley de Muerte Digna que antes había aceptado o en ponerse a arreglar el mundo tratando de encarrilar a las ovejas salidas del rebaño que suponen para él los indignados, mediante las supersticiosas promesas de una fe y unos valores cristianos en los que no cree ni él. Queda demostrado: la caridad bien entendida empieza por los bienes materiales; diez mil millones de euros más la asignación aparte de la casilla del IRPF.
Para quien fuera último presidente de la Segunda República, el no tan anticlerical Manuel Azaña, España había dejado de ser católica en el orden de la autoridad civil con independencia de las creencias particulares de cada cual. Hoy, ochenta años después y tras cuarenta de nacional – catolicismo que creó más enemigos que ninguna otra cosa a la idea de lo nacional y lo católico, la situación es la inversa: el catolicismo en el orden particular goza de cada vez menos seguidores por la distancia tremenda entre la jerarquía eclesiástica y la gente que fue bautizada y comulgó por vez primera en su seno (una distancia tan enorme como la existente entre la clase política y la ciudadanía), pero sin embargo la presencia o confusión de la Iglesia en el orden civil (misas, procesiones, símbolos religiosos en parlamentos regionales, escuelas…) es un estrambote magnífico.
Todo esto no ha impedido que, por acción u omisión, las autoridades competentes (observen el sarcasmo) hayan cedido un centenar de colegios públicos madrileños y concedido ventajas fiscales a los patrocinadores de las Jornadas Mundiales de la (católica) Juventud y la visita del jefe del teocrático Estado vaticano, Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI para los seguidores de la fe romana. ¡Si esto se hiciera con un líder religioso musulmán! Diestralandia, también conocido como el TDT Party o el ultracentrismo mediático, acabaría tirando al monte aun en los llanos de La Mancha, llamando a rebato y cruzada. Si la indignación es laica, estarían hablando de anticlericalismo y de quema de conventos e iglesias, aunque la única señal de ello fuera la de un sacerdote con los bigotillos chamuscados por encender un cigarro con un mechero de llama excesiva.
“La escuela será laica, hará del trabajo su eje metodológico y se basará en ideales de solidaridad humana.” Cuando tan elemental y señero principio constitucional republicano, que no por viejo sabe menos que el diablo aunque nada tenga que ver con designios que huelan a azufre, se pone hoy en entredicho por las faldas negras de los obispos y las blancas del sucesor de San Pedro y San Pablo, hay en peligro más que padecer una larga semana de propaganda clerical. No sé si la Iglesia se está dando cuenta de los vientos que está sembrando en esta tierra, por otro lado bastante fecunda en la producción de tempestades.

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