lunes, 10 de enero de 2011

(ACURRUCADOS) EL MUNDO ES DIFERENTE (Posibilidades musicales)

Podía ser que sonara "Summertime" en las voces de Ella y Armstrong. Lo desconozco. Estaba dormido. Pero hubiera estado bastante bien y bastante apropiado, y puestos a imaginar, está muy bien imaginar una escena de quietud y serenidad como la que traen las voces profundas de estos dos monstruos del jazz. Sí, un poco clásicos, muy clásicos, admitido, pero aún así impagables. Y lo bueno es despertar así, con un "Summertime tan delicioso, porque estaba hecho a medida para nosotros en aquella mañana calurosa de verano, de rayos filtrándose por las rendijas de la persiana - ¿cómo era eso de Sabina?: "que las persianas corrijan la aurora"- y dibujando rayas de cebra sobre tu cuerpo. Qué tremendo, pensé. Cambio de raza (del blanco al negro) y de especie animal, y todo por milagro de una persiana que no cierra bien. Negra, ay mi negrita suavecita, de piel moteada de luz en el hombro, en las costillas, en las caderas y los muslos. Acurrucada y desnuda por ti me olvido de todo y de la cena, por tus piernas de bailarina de piel trigueña y se me mezclan las canciones en medio de este mundo distinto entre luz tamizada, y me llega Krahe y me llegan los Cánovas, Adolfo, etc.
Vale, es cierto que el verano aquí en la Tierra no es como en el Cielo de la literatura, el cine y las canciones machaconas, donde se induce al pegajoseo de cuerpos (un ejercicio por otro lado recomendable y saludable en cualquier circunstancia). Oh cáspita y recórcholis, detalle ignorado. el efecto colateral del sudor y de la excesiva necesidad de respirar todavía más aun permaneciendo quieto. Pero de vez en cuando la tregua se hace carne y habita, cohabita entre nosotros. Tiemblo un segundo, pero al final y dejándome guiar por las rayas de luz, sinuosidades de caminos en el relieve de tu cuerpo, pongo uno tras otro, hasta alcanzar los cinco, los dedos de mi mano izquierda sobre tu vientre, un poco aproximada a tu ombligo. Siento el efecto de tener cerca, acariciando, con un relámpago de música recorriendo mi espalda, el corazón de madera de la chica de Platero y tú. Y, a la vez, me acuerdo de la foto de Man Ray, la de aquella muchacha del tatuaje con los adornos del chelo en la espalda.
"Eppur si mouve!": de repende, el corazón de madera despierta y cobra vida. Tu mano coge la mía y el verano es sólo una circunstancia temporal, dando por hecho que podría ser 6 de enero, mañana de Reyes, y podría hacer frío entre envoltorios de regalos, como es hoy 25 de julio y hace calor entre prendas sobrantes la noche anterior. Me aproximo a ti y ya no siento más que tu cuerpo de cebra, o de tigresa, en medio de la sábana/sabana para nosotros solos.
Los objetos se desvanecen y difuminan. Desaparecidos en la noche, cobran en la semipenumbra una realidad que parece menos compacta que ayer. Me concentro más que en los rincones del cuarto, en los rincones de tu cara B, tu espalda, la carretera perfectamente trazada que nace y muere de tus nalgas y tu nuca, extraordinaria para recorrer con la punta de los dedos, para perderse fuera de ella, por partes anejas, para esconderse entre los rincones de tu pelo y escuchar el aroma perdido en él, como el secreto de Sara, que tantas noches buscaba El Último de la Fila sobre la piel de su compañera.
Me dio por la música. Es un bonito día de claroscuros, de ojos que me miran dándose la vuelta, grandes para verme mejor o espejito, espejito mágico, qué feliz se es aquí, carajo. No me reprochas haberte despertado -¡esto si que es la fiesta del corcho!- y es como si hubiera tocado otra versión, magistral (virtud del instrumento) de "Summertime", ésta la del Bird, Charlie Parker. El toque de corneta (no malinterpreten), "quinto levanta", se hace inevitable pero más llevadero entrelazando labios, brazos y piernas.
La luz entra ya del todo, rompe el encantamiento, pero no el encanto ("Encantada de conocerte", "Igualmente"). El telón, oh desgracia, se ha levantado para dar inicio a la comedia cotidiana. La vida real, a la bajada de bandera, de persiana, a la caída de la noche y de los siete velos, continuará entonces. Y es que acurrucados (Celtas Cortos dixit) es cuando se hace real el mundo diferente.

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