martes, 4 de enero de 2011

UN PEQUEÑO FRASCO DE ESENCIAS: EL SUEÑO DE IBIZA

Las esencias se encuentran en frascos pequeños. Y, pese a lo que pudiera extraerse del título de este filme, no se trata del perfume promocionado por una famosa revista masculina. Hay pocos lugares que, siendo de limitada extensión, resulten tan evocadores como pequeño es su tamaño. Frente al gigantismo literario y cinematográfico de urbes como Nueva York, Londres o París, las islas esconden un secreto encanto ha atraído a artistas del más variado pelaje: Gaugin abandonó la Ille-de-France, tan lejos del mar, para vivir arrebatado por el embrujo de la Polinesia; Lord Byron y Gerard Durrell conocieron las posibilidades de las islas griegas, donde, asimismo, Safo de Lesbos dio fama, varios siglos antes, a la poesía amorosa y al amor entre mujeres; King Crimson, por su lado, convirtió en leyenda rockera a la isla balear de Formentera y a una amante oscura, danzante y onírica digna del sueño del que hablamos.
Partiendo, pues, de este singular encanto, Igor Fioravanti nos regala "El sueño de Ibiza", una fábula de amistad, sueños, arrebatadora vida y vida arrebatada construida en torno a tres amigos de infancia, Chica, Nacho y Carlos, interpretados por Adriana Domínguez, Adrià Collado y Paco Marín (ver cartel). Los tres se encuentran en una encrucijada vital, y la decisión que tomen en ese momento reorientará sus vidas y su futuro hacia caminos inesperados. Pese a su transformación personal y los conflictos derivados de ella, su amistad seguirá en pie: una lealtad a toda prueba pese al dramático giro que toman los acontecimientos.
Ibiza, a veces tópica, otras cotidiana, otras como un mágico fondo de asombro, luz, paisajes increíbles y entrañables personajes sacados de épocas gloriosas, ve transcurrir esta historia donde el presente y la nostalgia, el amor y la ira, la palabra y la imagen, el silencio y el ruido, el bullicio y la soledad se entremezclan en contradicciones que reflejan la vida misma.
No se dejen llevar por la fidelidad absoluta a la realidad. Déjense llevar por los detalles oníricos, crean en el psicotrópico detalle del mensajero del destino disfrazado de cartero o con la llamada a las puertas del cielo y del infierno sobre la cabeza difuminada de Carlos (Paco Marín). La vida, como en el drama de Lope, es sueño. Esta fábula, que cada cual, de acuerdo con su propio sentimiento, su momento vital, su necesidad o su identificación con los extraordinarios actores y sus papeles, no sería tal sin esos efectos -a veces, singularmente sacados de Matrix- que nos hacen sentir como niños ante la fascinación de un cuento. Y ahí, sin artificios, casi táctil, el mar, el sol, las higueras, la tierra, las paredes blancas... el mayor sueño(pesadilla, más bien), es pensar que Ibiza no existe más que en una colonia para regalo.

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